Estar en una relación de pareja no es nada fácil, todos y todas debemos “ceder” algo (siempre pensándolo en positivo y a manera que sume) lo cual pueden ser gustos, deseos, costumbres, etc., buscando un fin en común: que la relación prospere, se puede llegar a acuerdos sobre cuestiones que darán la base a la relación y para que ésta sea bien establecida, ambos deberán estar satisfechos, podrán realizar sus proyectos de vida y ambos sentirán que no han sido pisoteados sus deseos; lamentablemente no todo es como los cuentos de “Walt Disney” que leímos o vimos en el cine cuando éramos pequeños, ya que no todas las relaciones afectivas de pareja resultan convenientes o sanas para nuestro bienestar. Existen parejas en las cuales, uno de los integrantes se relaciona con un estilo de personalidad altamente disfuncional y ello desgasta, confunde, entristece, enoja y puede genera sentimientos de culpa en la otra persona o en sí misma.
Un estilo de personalidad que daña fuertemente, tanto a quien la tiene como a la pareja es la codependencia, entiéndase éste como un trastorno psicológico en el que la persona vive para y por los demás y tiene una necesidad fuertemente marcada a resolver los problemas de otros, aunque no se lo pidan. Así la persona codependiente se relaciona con individuos “problemáticos” en la búsqueda de sentirse necesitado, qué peor pareja que “reunir a alguien que necesita que le solucionen la vida con alguien que muere por solucionar la vida de la pareja y “tomar el control”.
“La palabra dependiente deriva de “pendiente”, que quiere decir literalmente, que cuelga (de pendere), que está suspendido desde arriba, sin base, en el aire…Y depender, significa literalmente entregarse voluntariamente a que el otro me lleve y me traiga, a que arrastre mi conducta según su voluntad y no según la mía”. [1] Las relaciones codependientes se encuentran de manera obvia en parejas conformadas por una persona adicta al alcohol o alguna otra droga y una persona que piensa que no puede dejar a su pareja aunque no le agrade sus conductas, pues siente que su pareja sin ella no podrá sobrevivir, pues necesita de su ayuda. Ejemplo: “Un joven acude a solicitar ayuda psicológica, comenta que necesita alejarse de su pareja, ella es adicta, lo maltrata y humilla delante de las personas que ambos conocen… sin embargo, en algún momento el comenta que también siente la necesidad de no dejarla sola, pues si lo hace quién ira al supermercado, quién se asegurará de que ella coma.. dice: ella está mal me necesita”.
En la codependencia la persona afectada cree no poder vivir sin la pareja, no importando que tan conflictiva se haya vuelto la relación, en ocasiones las sensaciones son “no te tolero más … y sin ti no puedo vivir” de manera simultánea, por esta razón muchas parejas viven años soportando situaciones desagradables y humillantes que en las más de las veces incluye violencia física, psicológica o emocional.
La baja autoestima (seas hombre o mujer), es una de las causas y de los efectos de la codependencia, como si fuera un círculo, la persona vive buscando satisfacer las necesidades de los demás y espera a cambio cariño, reconocimiento y que de manera simultánea le sean resueltas sus necesidades y cuando no lo encuentra, se siente desvalorizado, frustrado y utilizado, estos sentimientos generan codependencia y así nunca se rompe el círculo.
La manera de romper con este tipo de personalidad, de parar esta escalada de dependencia es BUSCANDO AYUDA PROFESIONAL, debido a que éste modelo de relación no sólo se manifiesta con la pareja afectiva, sino que incluye a las amistades, compañeros de trabajo y familia en general.
M.T.G. Ancira Donaí Dueñas M.
Psicoterapeuta Gestalt
[1] Jorge Bucay., el Camino de la autodependencia, Ed. Debolsillo, 2006
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