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miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Máquina Humana.

El organismo del bípedo tricerebrado, equivocadamente llamado hombre, es una máquina preciosa con cinco centros psico-fisiológicos maravillosos. El orden de dichos centros es el siguiente: intelecto, movimiento, instinto, emoción y sexo.

Cuando uno se auto-observa profundamente, llega a la conclusión de que cada uno de los cinco centros penetra todo el organismo y tienen, sin embargo, su punto básico capital en algún lugar de la máquina humana.

El centro de gravedad del intelecto se encuentra en el cerebro; el centro de gravedad del movimiento está situado en la parte superior de la espina dorsal; el centro de gravedad de las emociones radica en el plexo solar; el centro de gravedad del instinto hay que buscarlo en la parte inferior de la espina dorsal; el centro de gravedad del sexo es claro que tiene sus raíces en los órganos sexuales.

Cada uno de los cinco centros de la máquina tiene funciones específicas, absolutamente definidas.

Un estudio de fondo sobre los cinco centros nos permite comprender que existe diferencia de velocidades entre éstos, y eso está ya comprobado.

Los estudiantes de tipo pseudo-ocultista y pseudo-esoterista creen que el centro del pensamiento, o intelectual, es extraordinariamente rápido, y se equivocan lamentablemente, porque los centros motor e instintivo son 30.000 veces más rápidos. Se nos ha dicho que el centro emocional es todavía mucho más veloz que los centros motor e instintivo; grandes sabios afirman que el centro emocional es realmente 30.000 veces más rápido que los centros del movimiento y del instinto.


¿Cómo resolver problemas?

Es necesario no forjarse problemas en la vida; es preferible salir al campo, llevar una vida más bien en armonía con el Infinito. Los problemas no son más que formas mentales creadas por la mente.

¿Qué es un problema? Es una forma mental con dos polos, uno positivo y otro negativo; esas formas mentales se sostienen por la mente y dejan de existir cuando la mente deja de sostenerlas, de alimentarlas.

¿Qué es lo que debemos hacer nosotros? ¿Resolver problemas? No, eso no es lo que se necesita. ¿Entonces qué? Lo que se necesita es disolverlos. ¿Cómo se disuelven? Sencillamente, olvidándolos. Cuando uno está con alguna preocupación, debe uno salir un poco al campo y procurar estar en armonía con todas las cosas, con la Naturaleza, con todo lo que es, con todo lo que ha sido y con todo lo que será. Olvidar problemas es básico. Ustedes me dirán: "Es imposible olvidar los problemas". Sí es posible; cuando uno quiere olvidarlos lo único que tiene que hacer es poner a trabajar cualquier otro centro de la máquina orgánica.

Recuerden ustedes que el organismo tiene cinco cilindros muy importantes:

  1. el Centro Intelectual (situado en el cerebro),
  2. el Centro Emocional (que está, naturalmente, en el plexo solar y centros nerviosos simpáticos),
  3. el Centro Motor (se encuentra en la parte superior de la espina dorsal),
  4. el Centro Instintivo (se encuentra en la parte inferior de la espina dorsal),
  5. el Centro Sexual (se encuentra en el sexo).

Estos cinco centros son básicos e indispensables; hay que aprender a manejarlos.

Sinteticemos un poco: pensemos únicamente en el Centro Intelectual, o sea, en el hombre puramente intelectual; pensemos en el hombre emocional y también pensemos en el hombre instintivo-motor. Así sintetizando, creo que nos vamos a entender.

En cuanto al hombre intelectual, pues es el que crea los problemas de toda clase. Si unos tienen problemas —dije— resuélvanse olvidándolos; pues bien, lo importante no es resolverlos, sino olvidarlos. Entonces, ¿cómo hacer? Poner a trabajar el Centro Emocional, eso es lo más importante; entonces el Centro Intelectual descansa y así olvidamos el problema. Y si queremos trabajar con otro centro, podríamos trabajar con el Centro Instintivo-Motor; esto sería muy diferente. En el bosque, por ejemplo, ponemos a trabajar el Centro Emocional y el Instintivo-Motor. El Emocional se pone a trabajar mediante el intercambio de impresiones, alegrías; en cuanto al meramente Instintivo-Motor, lo ponemos a trabajar montando a caballo, corriendo, yendo y viniendo por doquier, etc. Pues bien, ésta es una clave para disolver problemas y eso es bastante importante.

Si dijéramos que así no se puede resolver, por ejemplo, el pago de una letra, o que nos fueran a correr de la casa por no pagar el alquiler, o la deuda que debemos, etc., bueno, los hechos son hechos y ellos andan por sí solos. Pero el problema es algo muy diferente: el problema es algo que la mente crea. Cuando uno lo disuelve, deja de existir para uno, pero la gente tiene miedo de resolver un problema, tiene miedo de olvidarlo, y eso es muy grave. Pensar, por ejemplo: "Si no pago el alquiler de la casa me corren; tengo que salirme, y ¿dónde me voy?" He allí el temor. Primero que todo uno tiene que aprender a no temer; eso es lo más importante, no temer. Cuando termina el temor, pues, la vida le reserva a uno muchas sorpresas agradables; a veces, lo que parecía insoluble se vuelve soluble, lo que parecía un problema demasiado difícil parecerá luego mas fácil que tomarse un vaso de agua.

De manera que la preocupación saldría sobrando. La preocupación es algo que daña la mente, la preocupación la crea el problema con sus polos positivos y negativos, que no es más que una forma mental, hace conflicto en la mente; entonces viene la preocupación que daña la mente y que daña al cerebro también. Aprender a vivir de instante en instante es lo que les recomiendo, de momento en momento, sin preocupación de ninguna especie, sin formarse problemas. Cuando uno aprende a vivir de segundo en segundo, de instante en instante, sin proyectar para el futuro y sin las cargas dolorosas del pasado, ve la vida desde otro ángulo, la ve diferente, muy distinta; hagan ustedes el ensayo, se lo aconsejo.

En el bosque, por ejemplo, gente tan placentera, tan contenta; va la pobre gente huyendo de los problemas. Verdaderamente se los crean ellos mismos, pero por más que huyan, si no los olvidan, los problemas continuarán existiendo.

Así pues, ése es el consejo que les doy: nunca tengan ustedes temor por nada. Eso sí, no quiero decir que no haya que hacer algo, que no haya que trabajar, que no haya que conseguir dinero para la subsistencia, o para pagar las deudas; todo esto hay que hacerlo, pero sin crearse problemas en la mente. Aprendan a manejar los Centros Intelectual, Motor y Emocional y verán como cambiarán.

Cuando hay preocupación emocional, cambien de centro, pongan a trabajar el Centro Motor-Instintivo: salgan a pasear, cabalguen, caminen aunque sea, pero hagan algo, y verán ustedes que la vitalidad no se les agotará, el cuerpo físico se les rejuvenecerá maravillosamente. Ése es el consejo que les doy.

En el Tíbet, o digo, por allá por en Asia, se dice que hay un monasterio budista bastante interesante; allí los monjes duran de 400 a 500 años de vida, pero es que ellos saben manejar el Centro Emocional, el Intelectual y el Motor. Cuando se cansan con el Intelectual, siguen con el Emocional. Cuando se cansan con el Emocional, siguen con el Motor, y en esa forma ellos mantienen la energía, no agotan sus valores vitales.

Hay quienes creen que cuando uno viene al mundo, tiene que morir en determinada fecha y en determinada edad; esto es algo discutible. Lo que sucede es que los valores vitales que son depositados en el Centro Intelectual, Emocional y Motor, si uno los agota, muere muy rápido; si uno conserva esos valores, puede vivir hasta la edad de 90 y 100 años para arriba. De manera que lo que hay que hacer es aprender a manejar los tres Centros de la Máquina Humana.

Comprenderán por qué les hablo del hombre intelectual, del hombre emocional y del hombre instintivo-motor. Aprendan a manejar sus tres centros en perfecto equilibrio, verán ustedes que pueden conservar sus valores vitales y vivir una larga vida. Esto es semejante al hombre que viaja con cierta cantidad de dinero: si lo despilfarra, no llega al final de su viaje, pero si lo conserva, no sólo llega al final de su viaje, sino que pagará un magnífico hotel y regresará tranquilo a su casa.

Uno siempre va muriendo por partes. Fíjense ustedes que Roosevelt, por ejemplo, empezó a morir cuando contrajo la parálisis, es decir, que el sistema cerebro-motor fue el comienzo de su enfermedad y de su muerte, a la larga. En cuanto a otros, hay quienes mueren por el Centro Intelectual; abusan tanto del Intelecto, tienen tantas preocupaciones, que agotan los valores que están en el cerebro, y al fin por allí comienzan, hasta que mueren. Hay otros, como los artistas de la pantalla, que abusan del Centro Emocional; por allí comienzan, al fin se les afecta el corazón y mueren.

Así pues, ésa es la humanidad. Ustedes no sigan por ese camino, aprendan a manejar sus tres cerebros en perfecto equilibrio, no despilfarren los valores vitales y llegarán hasta la ancianidad.




La máquina humana, como cualquier otra máquina, se mueve bajo los impulsos de las fuerzas sutiles de la naturaleza. Las radiaciones cósmicas, en primer lugar, y el yo pluralizado, en segundo lugar, son los agentes secretos que mueven a las máquinas humanas. El sol, con su calor, y el buen o mal tiempo dan de inmediato lugar a que surjan determinados yoes que se apoderan de la máquina; algunos de estos yoes suelen ser más fuertes que otros. La lluvia, las contrariedades, las vanas alegrías pasajeras, originan nuevos y molestos yoes, pero la pobre marioneta humana no tiene noción de estos cambios, porque tiene la conciencia dormida, vive siempre en el último yo.

Técnicas de la disolución del "yo":

El yo ejerce control sobre los cinco centros inferiores de la máquina humana (Intelecto, Movimiento, Emoción, Instinto y Sexo). Los dos centros superiores del ser humano, el Intelectual Superior y el Emocional Superior, no pueden ser controlados por el yo, sino por la esencia, el budhata o conciencia. Si queremos disolver el yo, debemos estudiarlo en los cinco centros inferiores, necesitamos comprensión. Es urgente comprender las acciones y reacciones de cada uno de los cinco centros inferiores de la máquina humana. El yo trabaja con estos cinco centros inferiores y comprendiendo a fondo la actividad de cada uno de ellos, estamos en camino de disolver el yo pluralizado.

Pasemos a estudiar brevemente cada centro por separado, para lograr mejor comprensión del mecanismo de nuestra máquina y así dedicarnos más efectivamente a la auto-observación, reflexión y comprensión de nuestros yoes.

Centro Intelectual

Está relacionado con todos los procesos del razonamiento, del pensamiento en general. Es el centro más lento y, por ende, se manifiestan a través de él infinidad de yoes generalmente relacionados con la sub-imaginación y la fantasía perniciosa. Debemos ponerle coto a la infinidad de pensamientos que nos asaltan constantemente, impidiéndonos la mejor concentración en los diferentes actos de nuestra vida. El desgaste excesivo de la energía de este centro ocasiona trastornos psíquicos y físicos, que en última instancia se convierten en locura, esquizofrenia, histeria, etc., etc. La lectura prolongada por horas es perjudicial para este centro. Se debe equilibrar la lectura con la acción del Centro Motor y Emocional (caminar, respirar profundamente, escuchar música suave, etc.).

Centro Motor

Necesitamos auto-descubrirnos y comprender a fondo nuestros hábitos. No debemos permitir que nuestra vida siga desenvolviéndose mecánicamente. Parece increíble que nosotros, viviendo dentro de los moldes de los hábitos, no conozcamos estos moldes que condicionan nuestra vida; necesitamos estudiar nuestros hábitos, comprenderlos, auto-observarnos en la manera de hablar, vestir, andar, etc., etc.

Los hábitos pertenecen al Centro del Movimiento. Los deportes en general también pertenecen a este centro. El abuso de la actividad del Centro Motor conlleva al deterioro de las partes del cuerpo físico o a la invalidez parcial o total del organismo; nuestros movimientos deben ser rítmicos.


Centro Instintivo

Está relacionado con todos los procesos de asimilación físico-químicos: la degustación, digestión, circulación de la sangre, etc. Además existen los instintos de conservación, instinto sexual, etc. Existen también muchas perversidades del instinto: en todo ser humano existen fuerzas sub-humanas instintivas que paralizan el verdadero espíritu de amor y caridad. Esas fuerzas demoníacas deben primero ser comprendidas, luego sometidas y eliminadas. Son fuerzas bestiales, instintivas, criminales: lujuria, cobardía, miedo, etc.

Centro Emocional

Dos personas reaccionan ante una representación en forma diferente: lo que es agradable para una persona es desagradable para otra; todo depende de cómo se canalice la impresión recibida del mundo exterior. El Centro Emocional es nuestra antena receptora de todas las impresiones provenientes del exterior. Debemos evitar las impresiones nefastas provenientes de la música arrítmica y altisonante, y conversaciones morbosas o violentas. Las emociones negativas o sub-humanas se estimulan con el cine y la televisión en las proyecciones o películas violentas, pornográficas, novelas mediocres, etc. Los sentimentalismos pertenecen a este centro. El estudio y comprensión de ellos es fundamental para la eliminación del yo psicológico pluralizado.

Centro Sexual

Es extraordinariamente sutil y veloz, merced a su fina energía; la mayor parte de sus manifestaciones tiene lugar en un nivel molecular, donde los impulsos son transmitidos miles de veces más rápido que los de la mente.

El sexo puede liberar al hombre o esclavizarlo. Necesitamos trascender la mecánica del sexo; abusar de él conlleva a la ruina de todos nuestros valores físicos cosmológicos. El Centro Sexual es el asiento de nuestra vital energía física.

El yo es la raíz del dolor, de la ignorancia y del error. Sólo disolviendo el ego, el yo pluralizado, desaparece la ignorancia, el error y el dolor. Cuando el yo se disuelve, adviene a nosotros la auténtica y legitima felicidad. La felicidad no tiene nada que ver con el dinero, posición social, lujos, etc.; la felicidad es de la esencia, alma, conciencia o budhata...

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