El
sistema simpático prepara al organismo para situaciones de
emergencia, en situaciones de emergencia, de huida, de estrés, etc.
Los efectos de la estimulación simpática tienen una duración y una
distribución mayores que los efectos de la estimulación parasimpática.
El sistema simpático esta relacionado con procesos que requieren un
gasto de energía. Cuando el organismo esta en reposo o en homeostasis
este sistema se acciona en medida suficiente para contrarrestar los
efectos del otro sistema parasimpático para que el organismo realice
sus funciones normales que requieren energía.
El
cólera, el odio, la rabia, la vergüenza, o la ansiedad entre otras
emociones aumentan la excitabilidad del sistema simpático, provocando
palpitaciones, temblores y un aumento de la tensión arterial. El cuerpo
se prepara para un cambio drástico en el ámbito fisiológico y
psicológico. Nos encontraremos con los nervios a flor de piel, más
susceptibles a cualesquiera circunstancias.
Esto nos puede acarrear desgaste de energía, encontrándonos en un estado de fragilidad o simpático excitado.
El
sistema simpático controla la actividad de la glándula
médulo-suprarrenal o hipotálamo. Este sistema controla prácticamente la
hipófisis y sus secreciones hormonales, como: las hormonas de
crecimiento, la ACTH que activa la secreción de cortisona, hormonas
tireotropas que activan las secreciones de la glándula tiroides y las
hormonas sexuales (gonadotropinas) que controlan y regulan la actividad
de los ovarios, del útero y de las glándulas mamarias
Una
emoción intensa o un estrés psicológico pueden hacer que se vean
afectadas las glándulas de secreción interna que segregaran algunas
hormonas necesarias para reaccionar adecuadamente al dicho estímulo, o
afectar negativamente mediante este mecanismo. El hipotálamo se ve
afectado por la emoción y se estimula provocando perturbaciones en la
tiroides (hipertiroidismo), en la que el exceso de la hormona tiroides
en sangre hace que el nivel metabólico aumente provocando un
adelgazamiento en el sujeto. Otra perturbación puede afectar al sistema
reproductor, ya que se ven alteradas las hormonas sexuales, hasta la
hipófisis o pituitaria.
Sin
embargo un factor de salud fuerte en una persona estará representado
por disponer de una gran reserva de energía, que le proporciona
resistencia y fuerza y este sujeto estará representado por un sistema
simpático fuerte.
Sin
embargo cuando la actitud emocional es de preocupación o depresión
entre otras se pondrá en acción el sistema parasimpático, dándonos un
estado letárgico y con bajo tono o debilidad muscular y de ánimo. El
sistema parasimpático regula las actividades que conservan y
restablecen la energía corporal.
Podemos encontrar un gran cuadro patológico debido a las perturbaciones somáticas provocadas por este sistema parasimpático.
Aquí
la cosa es peor pues no disponemos de energía para superar los
desarreglos provocados. Esto sucede pues la mayoría de la energía la
tenemos bloqueada en mantener la tensión de los órganos, y de los
músculos en casi todo el organismo. Nos encontramos en un estado de
espasmofilia.
El
sujeto podrá tener algunos de estos síntomas: fatiga, angustia, nudo
en la garganta, insomnio, vértigos, fobias, dolor de estomago,
contracturas musculares como la tortícolis, el lumbago, ciática,
excitación nerviosa junto con debilidad.
Muchos
de estos casos son debidos a nacimientos traumáticos, por el motivo
que sea y por accidentes o golpes que pasaron inadvertidos pero que en
el ámbito interno tiene creadas unas reacciones en los huesos
craneales que afectan seriamente a la salud, aunque ni en radiografías
o resonancias lo podamos apreciar.
A
estos sujetos mediante la terapia cráneo-sacral podemos restablecer
las armonías de las estructuras internas. En varias sesiones podemos
hacer que el paciente se libere de los síndromes espasmofílicos.
Tenemos
que funcionar de una manera que nos permita responder entre la carga y
la descarga de energía de una manera equilibrada.
Primero
nos cargamos de energía de circunstancias de emociones, de
pensamientos, interactuamos con el mundo. Luego contenemos esta carga
para asimilar, aprender y sacar la experiencia positiva de ello, que nos
aportara madurez y crecimiento personal. Lo siguiente después de
haber asimilado la lección o la circunstancia nos disponemos a
descargar por completo dicha carga de energía.
Los
problemas se cargan, se asimilan y se descargan. La vida es una
constante carga de energía, emocional, mental, psíquica, para que
nosotros la asimilemos y la descarguemos. Esto es un proceso de
crecimiento personal. Si esta secuencia de carga y descarga no se
produce en armonía, es muy posible que acabe en pequeños trastornos
físicos-psíquicos y por tanto en enfermedad.
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