Fue fundado por Zenón de Kitión (Chipre, 336-264
a.C.), quien abrió en 306 su escuela en
Atenas, en un lugar llamado Stóa poikilé (Pórtico pintado, de ahí el nombre de
estoicismo).
El estoicismo tuvo diversos períodos después. El estoicismo medio comenzó
cuando Zenón de Tarso sucede a Crisipo. A partir del 135 el estoicismo penetró
en Roma e influyó en importantes personajes como Escipiano, Pompeyo y Cicerón.
El estoicismo de la época imperial tuvo como figuras destacadas al cordobés
Séneca (4a.C.-65 d.C.), tutor de Nerón; Epicteto (50-130) y Marco Aurelio
(121-180).
Son autores fundamentalmente interesados en los
temas morales. Es en las obras de estos últimos autores donde encontramos las
doctrinas estoicas de toda la escuela, junto con textos de Cicerón, Plutarco,
Diógenes Laercio y otros. Aunque el estoicismo utiliza muchos materiales procedentes
de filósofos anteriores (Heráclito, Platón, Aristóteles, los cínicos...)
también aporta muchos elementos originales. Dio lugar a una síntesis nueva, muy
sistemática y coherente, cuya influencia se mantuvo durante muchos siglos.
Volvió a ponerse de moda en los siglos XVI y XVII en Europa, influyendo en Descartes, Kant y Hegel, por ejemplo.
La Física Se inspira sobre todo en Heráclito. Habla
del mundo como un todo unitario (monismo) y armonioso, regido por la necesidad
inflexible de la ley universal
(determinismo). El orden natural será así el único refugio capaz de
proporcionar racionalidad en un marco social caótico.
En vez de hablar de cuatro causas como Aristóteles, propusieron sólo dos
principios: la materia (pasivo) y el logos universal (activo, de naturaleza
corpórea, no inmaterial). Sólo lo que tiene cuerpo (lo material) es real. El
estoicismo es una doctrina estrictamente materialista. La materia carece de
cualidades y es pasiva.
El mundo es un ser animado y armonioso, que posee vida propia. Tiene un ciclo
vital que termina con una gran conflagración universal, envuelto en fuego, tras
la cual todo vuelve a comenzar de nuevo. Cada ciclo posterior repite
exactamente el anterior: habrá un nuevo Sócrates y un
nuevo Platón, y cada uno tendrá los mismos amigos y conciudadanos.
Sólo existen individuos concretos, todos diferentes. A cada individuo le caracteriza una
tensión interior, una estructura o
manera de ser irrepetible. Lo universal carece de realidad. Pero todos los
individuos están ligados entre sí, y el mundo es una gigantesca armonía de
correlaciones e interdependencias.
Para los estoicos, el ser humano es una parte del
universo sometido al mismo orden que las restantes cosas del cosmos. El alma
humana es corpórea, mortal y procede de los padres.
En contra de Platón y de acuerdo con Aristóteles,
los estoicos afirman que la única fuente de conocimiento son los sentidos
(empirismo) y que la representación sensible es una copia de la realidad
(realismo ingenuo). Sólo las representaciones «claras y distintas» (Diógenes
Laercio) nos garantizan un conocimiento verdadero.
La Ética Constituye el núcleo fuerte de la doctrina
estoica. Mientras la Física enseña a conocer la Naturaleza, la Ética enseña a
vivir de acuerdo con la naturaleza.
El fin supremo del hombre es vivir conforme
a la naturaleza, que es lo mismo que vivir según la virtud, ya que la
naturaleza nos conduce a la virtud. [...] La virtud del hombre feliz y el buen
orden de la vida nacen de la armonía del genio propio de cada uno con la
voluntad del que todo lo gobierna.
El bien moral del
ser humano, por lo tanto, consiste en vivir de acuerdo con la Naturaleza global
y con la propia naturaleza (que es una parte de la primera). Esto equivale a
vivir de acuerdo con la razón, porque así descubrimos la Razón universal que
rige todo el orden natural. Es sinónimo de vivir en armonía con el conjunto del
universo. Hacer lo que exige la razón no es otra cosa que realizar el deber.
La virtud es la disposición permanente a vivir de
acuerdo con la razón y el deber. Para los estoicos la virtud no admite grados:
o se es virtuoso o no; y quien tiene una virtud las tiene todas.
Toda tendencia natural es buena, porque la propia
naturaleza es norma de conducta. Cuando la naturaleza
humana se desvía, entonces surge la pasión que Zenón
define como una conmoción del alma contraria a la recta razón y a la
Naturaleza. Cicerón la entiende como «una tendencia demasiado vehemente, que se
aleja del equilibrio natural. Crisipo señaló cuatro pasiones básicas: dolor (ante un
mal presente), temor (ante un mal futuro), placer (ante un bien presente) y
deseo sensual (ante un bien futuro).
Para los estoicos, el sabio (sofos, sophós) es el que vive según la razón y
está libre de pasiones.
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